Resumen: La Pedagogía contemporánea, según muchos autores, padece una crisis de identidad. El ámbito de la duda alcanza a dos extremos: la caracterización científica de la Pedagogía, en cuanto actividad intelectual, y la configuración social del rol del pedagogo. Ambas facetas no son independientes. El pensamiento pedagógico se encuentra condicionado por factores extracognitivos, y el «status» sociológico del pedagogo se ve afectado por la evolución y el carácter del discurso pedagógico. La educación es un proceso de estructuración del comportamiento en el que intervienen los más diversos canales de influencias. Y tanto a la función educadora, desde su consideración de actividad espontánea, como a la intervención pedagógica entendida como oficio y profesión, se les está exigiendo cada vez mayores niveles de racionalidad. Curiosamente, y frente a esta exigencia, muchos entienden la citada intervención como algo arbitrario a través de la cual se impone también cierta arbitrariedad cultural reproductora del estado de la estructura social. La consecuencia es una censura intelectual a la Pedagogía y a la figura del pedagogo. Pero, por otra parte, en un amplio dispositivo de servicios sociales, el sistema educativo nacional exige un continuo aumento de los elementos técnicos de apoyo: las prestaciones de la Pedagogía y del pedagogo parecen así inexcusables... Reflexionar sobre la condición científica de la Pedagogía, sobre el «status» del pedagogo y el servicio posible que se origina en el acto pedagógico es, entre otros, el objetivo de este libro.