Resumen: Tal como ha ocurrido de forma puntual desde hace varios procesos electorales, al finalizar cada elección, el Instituto Nacional Electoral (INE) presenta la Memoria Gráfica del Proceso Electoral 2017-2018. El INE preserva así la sana y positiva práctica institucional que inició el entonces Instituto Federal Electoral en su momento: ofrecer un registro fotográfico del conjunto de actividades que se realizaron para llevar a cabo la elección y que constituye una auténtica representación visual del cumplimiento de las responsabilidades que la ley le mandata al INE en materia de capacitación y organización de los comicios. Este libro constituye una muestra gráfica, tangible, del esfuerzo institucional, pero sobre todo ciudadano, que plasma la recreación de la vida democrática electoral de México.
Testimonio de la voluntad de muchas personas para organizar las elecciones, este compendio fotográfico permitirá a las y los lectores darse cuenta de que las elecciones en México son un esfuerzo esencialmente ciudadano, en el que el INE participa en múltiples actividades organizativas y de coordinación, pero donde la ciudadanía es la que hace auténticamente la elección.
En esta ocasión, la Memoria Gráfica tiene una particular relevancia ya que da cuenta del proceso electoral más grande en la historia democrática del país. Las imágenes que se recogen en esta publicación ilustran el esfuerzo conjunto de ciudadanos e instituciones para organizar una elección en la que estuvieron en disputa 18,299 cargos sujetos a voto popular, a nivel federal y local, y en la que por primera vez participaron candidatos independientes a senadurías y a la Presidencia de la República. Fue una elección en la que 1.4 millones de ciudadanas y ciudadanos participaron como funcionarios de casilla, capacitados por más de 45 mil supervisores y capacitadores-asistentes electorales. Ese ejército cívico instaló cerca de 157 mil casillas el 1º de julio, incluidas 31 casillas especiales ubicadas por primera vez en hospitales para facilitar el ejercicio del voto de pacientes, sus familiares y el personal médico. El proceso electoral también alcanzó a cerca de 99 mil ciudadanos mexicanos que, desde otros países, enviaron sus paquetes electorales para sumar su voto al de los millones de mexicanos que acudieron a las urnas en el territorio nacional.
Vigilado como pocos, el Proceso Electoral 2017-2018 contó con más de 32 mil observadores electorales, 907 visitantes extranjeros de 60 países y más de 6.4 millones de representantes de partidos y candidatos el día de la elección.
Se trató de una elección caracterizada poruña auténtica apropiación ciudadana del proceso, que nos colocó, a las autoridades, partidos políticos y candidatos, a los gobiernos federal y locales, así como a los medios de comunicación, una "vara muy alta" a la que, a la postre, todos estuvimos a la altura.
Convencidos de que un voto libre es un voto informado, el INE organizó por primera vez en las elecciones presidenciales tres debates, en tres diferentes ciudades del país, y con tres diferentes formatos, todos novedosos, que buscaron privilegiar el contraste de propuestas e ideas.
La magnitud del reto que enfrentó el INE en el Proceso Electoral 2017-2018, expresado en las cifras expuestas, pero también asociada a la institucionalidad electoral que resultó de la reforma de 2014, exige hacer un amplio reconocimiento a todos aquellos que con su trabajo durante el desarrollo del proceso o con su voto el 1º de julio contribuyeron al fortalecimiento de la vida democrática en México.
El resultado de la elección no sólo reiteró una tendencia ya clara en procesos electorales recientes, es decir, que la alternancia es una realidad política Incontrovertible, también mostró que la ciudadanía ha hecho de su voto un instrumento clave para el cambio pacífico. El resultado electoral también demuestra que la democracia mexicana ha alcanzado niveles de madurez notables y refrenda la amplia voluntad de la ciudadanía de que las transformaciones del país se conduzcan justo por la vía del ejercicio de una democracia cada día más plena.
El 1º de julio de 2018 no significó la llegada final a la democracia: aquel domingo de fiesta cívica representó una auténtica recreación de la vida democrática. Esa recreación de la democracia implica también la reiteración fehaciente de que las y los ciudadanos quieren seguir viviendo en condiciones de pluralidad democrática, porque a su construcción le han dedicado talento y esfuerzo inquebrantable.