"El arte es la celebración del mundo. No persigue la evocación del pecado, de la culpa, del tormento, la angustia y el miedo".
Paolo Cagliari de Verona
Con esta tesis Veronese se defendió ante la Inquisición. Paradójicamente la mayor parte de su obra es de naturaleza religiosa o tiene la intención de glorificar a sus maestros venecianos. Sin embargo, su feroz independencia y juguetoneria le ocasionaron conflictos con la Iglesia y fue acusado de irreverencia por la interpretación "blasfema" de la Última Cena.
El hecho de que haya sido ampliamente aceptada su inspirada defensa a la libertad artística, con la cual obtuvo su liberación, se debe seguramente no al mero hecho de la liberalidad del régimen veneciano, sino a que les convenía, porque los dirigentes de la ciudad no podrían prescindir de un artista tan sensible y expresivo,
Los duques de Venecia ansiaban presumir y perpetuar su hegemonía económica a través de la procuración de las bellas artes. Así, el joven Veronese compitió con pintores de la escuela manierista, tales como Tintoretto, para obtener los favores de Tiziano y prestigiosas comisiones, como la decoración de la Biblioteca San Marco.
En esta película, filmada en Venecia, Renate Liebenwein conduce al espectador en un recorrido por la primera biblioteca secular, mostrando la subordinación del arte veneciano ante el poder político. Y a la par que ubica al artista dentro de su contexto histórico, biográfico y artístico, analiza su obra.
Liebenwein, registra la opinión de Hermann Hesse y Eugéne Delacroix y demuestra la influencia que tuvo en posteriores generaciones. También enfoca la honda interacción entre la sensualidad y la fe que subyace bajo la superficie de la obra de Veronese.

Una película de Renate Liebenwein y Wolfgang Liebenwein; cámara Stefan Rothe, Jürgen Volz; sonido Günther Schülke; editor Angelika Gregor; narradores Tim Hardy, Douglas Blackwell; productor ejecutivo Hansgeorg Dickmann; versión en inglés Mechthild Offermanns; producido por Hessischer Rundfunk.