Resumen: La vida social es un gran teatro. Con escenario, guión, actores y actuación. En él, sobresalen hoy el caos y la oscuridad. La sociedad padece los efectos de la pérdida de paradigmas, referentes y modelos válidos. Los problemas de toda índole se acumulan y no sabe dónde ni cómo encontrarles solución. Se trata, en efecto, de una crisis multicausal que pone al borde del precipicio la vida humana y la naturaleza misma. ¿A dónde volver la mirada? ¿Cómo superar el desencanto del proyecto de una modernidad que, al romper con la tradición, parece haberse quedado sin piso? En principio, las respuestas no están al alcance de la mano. Es preciso, sin embargo, impregnarse de utopía y, frente a la oscuridad, mantener viva la esperanza. Y en esa empresa tiene mucho que ver la comunicación, no como panacea sino como posibilidad de evitar el hundimiento colectivo. Se requiere, para eso, ir revolucionando, desde la vida cotidiana, las formas, los niveles y los tipos de comunicación en tanto relación viva entre sujetos vivos, mediante actitudes y comportamientos cargados de una ética ecohumanista centrada en las necesidades y los intereses de la persona. ¿Cómo encontrar otra vía para encarrilar la sociedad, en concreto la sociedad latinoamericana en su conjunto, por los caminos de la democracia entendida como forma de vida?

Bibliografía: p. 131-135