Resumen: La preocupación por mejorar la calidad de la acción docente es una constante a lo largo de la historia de la educación, que se ha convertido en problema de primera magnitud en los últimos decenios. Los esfuerzos en este sentido, todos ellos loables, han ido abriendo caminos más o menos afortunados. Uno de ellos, quizá el más comprometido pero también de perspectivas más brillantes, es el de incorporar
la investigación educativa a la misma práctica escolar para abordar problemas y elaborar programas concretos
que aunen el rigor de la investigación con la dinámica real del aula. Después, una vez evaluados programas y resultados,
habrá que trascender el reducido contexto del aula aplicándolos a otras situaciones escolares en las que se experimenten e identifiquen necesidades y problemas similares.
Este enfoque convierte al profesor en protagonista de su propia
acción-investigación en una búsqueda progresiva de mayores cotas de racionalidad en la actuación educativa, con lo cual
ésta puede convertirse, en buena medida, en eficaz práctica de investigación.
¿Qué tiene de utópico proponerse un trabajo así? ¿Hay otras formas de hacerlo? Posiblemente. Pero ésta es una, y los trabajos que en este libro se exponen son un ejemplo de ello, y los profesores que los han llevado a cabo son sólo la muestra evidente de una realidad: la fecunda posibilidad de integrar la teoría y la práctica en la tarea educativa diaria.

Incluye bibliografía