Resumen: El concepto de plantear el Derecho Internacional en su parte general surge de la necesidad de entregarles a los jóvenes estudiosos de Derecho una investigación didáctica y metodológica apegada a su plan de estudios, cuyos elementos sean prácticos para su aprendizaje y puedan concebir de una manera sencilla como un cuerpo doctrinario, opuesto o diferente del "Derecho Internacional clásico". De acuerdo con sus exponentes, este Derecho comprende una parte considerable del Derecho Internacional, pero con incremento de normas nuevas, con remozamiento de muchas normas antiguas, aplicando el contenido de justicia social y con procesos modernos de formación o creación de reglas con suficientes elementos novedosos, que lo hacen acreedor de un estudio contemporáneo.
La década de 1990, sin duda, se convirtió en la de las demandas a este ordenamiento jurídico, que era comúnmente acusado de ineficiente. Los interesantes y trascendentes fenómenos de la tercera revolución industrial, el fin de la guerra fría, la desaparición de la Unión Soviética, la tendencia a la globalización e integración entre Estados, han acentuado la importancia que reviste la materia tanto en la teoría como en la práctica, y al mismo tiempo han puesto en evidencia la urgente necesidad de una nueva normatividad.
La investigación, el estudio y el análisis de las actuales demandas de la sociedad internacional representan la convicción de que la actuación cerrada de los Estados no puede constituirse en barreras imposibles frente a la concepción planetaria de lo humano; una pesada estructura económica internacional que no debe ser escondida por el problema fingido de la deuda externa, así como la preocupante y creciente incapacidad del mundo para seguir regenerando el medio ambiente.
Por tanto, se comprueba que la sociedad internacional tiene capacidad para encarar esos problemas. Pero las demandas son aterradoras, por una exigencia que lucha contra los fundamentos constitucionales del orden internacional, en el que el Estado es un bastión importante y todavía necesario, y por la falta de voluntad política y capacidad de compromiso para afrontar esos problemas con la clara conciencia de que derechos humanos y desarrollo económico están irremisiblemente vinculados y que, por ende, la responsabilidad compete, de forma especial, a los Estados mejor situados en la escala social internacional.

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