Resumen: "Se lo pasaba en el asiento de la oficina, contemplándole. Lo hacía larga y detenidamente. Tal vez le miraba el cuello roído de la camisa o los bajos deshilachado del pantalón. Pero nada le había dicho hasta el momento. Ninguna de sus ya notables babosadas. Rosendo quería que el primo no abriese la boca. Que continuase callado, los ojos puestos en él. Ahora miraba abajo del escritorio. Le observaba seguramente los pies. Aquellos polvosos dedos de Rosendo Mata se asomaban por unas sandalias igual de polvorientas, porque la ciudad misma era mugre y tierra seca. Todo estaba así, excepto el primo Luis, vestido de manera impecable, siempre elegante..."