Resumen: Una columna de piedra y un personaje parado sobre ella, son dos elementos que, al complementarse con una breve frase - siempre llena de genialidad-, hacen de la caricatura de Efrén un homenaje a los hombres y mujeres contemporáneos y de tiempos ya pretéritos que ayudaron o siguen contribuyendo a formar la opinión pública en México.

El columnista, que así conocemos las caricaturas de Efrén, suele ser certero y agudo en su crítica. Pone el dedo en la llaga y don pone el ojo pone la bala. Quienes lo conocemos sabemos de su larga trayectoria en estas lides de la crítica política que, por lo mismo, nos toca recibir con frecuencia a los que estamos inmersos en los asuntos públicos.

Sea a través de la caricatura o del comentario editorial, la crítica de tinte político no ha estado exenta en México ni en el resto del mundo de los riesgos que conlleva la siempre latente posibilidad de herir susceptibilidades y sufrir las consecuencias. Efrén ha sabido asumir ese riesgo y lo ha hecho con valor e integridad.

Sus cartones han traspuesto las fronteras de nuestro municipio y del estado: se publican en periódicos y revistas del ámbito nacional, pero si hablamos de la experiencia cercana que tenemos con El columnista hay material de sobra y mucha tela de dónde cortar. La política local ha sido y sigue siendo campo fértil para la crítica de Efrén. Podemos decir que a muchos de nosotros nos ha hecho sus clientes, estamos en su flechero, y creo que así seguirá siendo por algunos años más. Sin embargo, esto no significa en modo alguno que su crítica tenaz nos obstaculice el camino hacia donde queremos dirigirnos, que es el de servir a los ciudadanos y fortalecer nuestra democracia. El nuevo régimen político que prevalece en nuestro país, particularmente en el estado y en el municipio de Mérida, hoy por hoy es respetuoso y garante de la libertad de expresión, de las voces contrarias y de los que disienten de nuestra forma de ser y de conducir los asuntos de gobierno. Los señalamientos que en este sentido nos hacen sirven para la reflexión y, en su caso, para la rectificación.

Reiteramos nuestro convencimiento de que uno de los fundamentos de la democracia es la opinión pública y ésta se fortalece más y mejor a través de la exposición en los medios de comunicación de los errores o aciertos de los gobernantes. El columnista lleva ya un largo camino recorrido en esta tarea de compartir con nosotros su muy particular estilo de interpretar los acontecimientos sociales y políticos.