Resumen: Realmente se pueden contar con los dedos de las manos los ídolos mexicanos que resisten el paso del tiempo como lo ha hecho Pedro Infante. A muchos años de su muerte, el máximo ídolo nacional sigue más vivo que nunca. Sus grabaciones se siguen vendiendo y sus viejas películas han sido restauradas; la mayor parte de ellas son clásicos del cine nacional. La gente no parece cansarse de verlas una y otra vez en la televisión.
Un antiguo periodista cinematográfico, Fausto Castillo, se preguntaba hace muchos años la razón de la popularidad del ídolo y se respondía: "no tenía la recia arrogancia de un Jorge Negrete, ni el sugestivo encanto donjuanesco de Arturo de Córdoba, ni la figura indígena de un Pedro Armendáriz. Era una simple y pura naturalidad, una simpática actitud ante la vida. Era sólo un muchacho sano, fuerte y optimista. Pero tenía tanto de esto que más bien parecía el juego, la espuma, el arquetipo de eso miles de muchachotes, sanos, fuertes y optimistas".
Pedro resumía su éxito diciendo: "no le debo nada a nadie, pero le debo todo a todos". Pedro Infante es uno de los pocos actores quien el público mexicano considera como un miembro más de la familia.
La intención de este libro es rescatar la verdadera esencia de Pedro Infante, retomando las declaraciones del ídolo aparecidas en periódicos y revistas, o para la radio y la televisión, dándole voz propia a la persona, antes que al mito creado por las persona que se movieron a su alrededor.