Resumen: Un hombre joven, hastiado de su vida vacía e insignificante, deambula por un panteón. Ahí se encuentra con un sepulturero, quien lo convence de acompañar a un muerto que no ha sido enterrado por carecer de familiares y recursos económicos. El joven ayuda a enterrarlo y coloca una cruz sobre la tumba del desconocido. Al hacerlo piensa en su propia vida y anhela la muerte. De pronto, se da cuenta de su mediocridad, su apatía y su falta de aspiraciones... finalmente, se da cuenta de su miseria.
Su acercamiento con la muerte le indica un camino donde el reto es luchar, convertirse en un auténtico ser humano, con esfuerzo, responsabilidad, entrega y comprometiéndose a desechar el pesimismo, la hipocresía, el conformismo y la mediocridad.
Esta bella alegoría creada por Alfonso Lara Castilla reafirma la importancia del compromiso personal, de los valores humanos y de la fortaleza interior del individuo para enfrentarse a su realidad. El mensaje sustancial de esta bella obra reside en una simple palabra: ¡Vive!