Resumen: Este libro de Luis Cardoza y Aragón es un viaje a través del tiempo, de los espacios y de la luz. El trayecto da principio con una definición de los ojos con que el poeta ve la pintura; expone sus criterios, da las razones de sus pasiones. Mostrado el bagaje, Cardoza y Aragón parte de un comienzo que puede antojarse paradójico: el presente. Antes que del arte precortesiano nos habla, en páginas memorables. De pintores que son nuestros contemporáneos.
En el primer grupo se ocupa de aquellos que tienen acento gentilicio: así Toledo, Frida Kahlo, Tamayo, Mérida, y Gerzso, entre otros. Pocas veces se ha escrito sobre esos artistas con tanta inteligencia; nunca, en México, había sido capaz un crítico de arte (“Aborrezco de los críticos de arte”: L.C. Y A.) de echar tanta luz sobre pintores tan disímiles. Y el viaje continúa, ahora con contemporáneos sin acento gentilicio: tales Coen, Rojo y Felguérez,
Cuevas, Gironella y Soriano, Carrington, Varo y otros. La primera impresión se confirma: estamos ante nuestro escrito más iluminador en materia de pintura, ante la sensibilidad que exigía un retablo tan complejo como el de Mexicana Coronel, Chavez, Morado, María Izquierdo, Jesús Reyes Ferreira y otros, Cardoza y Aragón desemboca en esa trilogía que le inspira páginas magistrales: Siqueiros, Rivera y Orozco. Jamás, sin duda, el muralismo mexicano ha sido visto con tal justicia, con tal lucidez. Juez implacable de su retórica y su facilidades, Cardoza y Aragón también escribe las mejores páginas sobre los aciertos del muralismo.