Resumen: Caminos sin ley, escribe el novelista es uno de sus libros autobiográficos, cuarenta años después - no es una novela, sino una impresión personal de una pequeña parte de México, en un determinado momento, la primavera de 1938, poco después de que el país sufriera bajo la férula del presidente Calles, en nombre de la revolución, una feroz persecución religiosa. En tabasco y Chiapas la persecución continuaba. Todo lo cual son hechos, me digo a mí mismo. Esas cosas me ocurrieron realmente, o al menos le ocurrieron a aquel hombre que murió hace tantos años y que tenía en su pasaporte el mismo nombre que yo.
También México ha cambiado, aunque quizá no en lo esencial: en las crueldades, las injusticias y la violencia. Es probable que todas las revoluciones triunfantes, por idealistas que sean, acaben traicionándose a la larga, pero la revolución mexicana fue una farsa desde el principio. Hace más de doce años volví a la ciudad de México, camino de La Habana y merodeé por los barrios residenciales de gente rica, construidos sobre lava: la casa más suntuosa pertenecía al jefe de la policía. Era el México que reconocía, como también la extrema pobreza de las calles situadas a muy corta distancia de los hoteles norteamericanos y de las tiendas para turistas.