Resumen: Preocupado por señalar rasgos distintivos a la nacionalidad La suave Patria fue la culminación de esa actitud fue la culminación de esa actitud, López Velarde dio impulso a la búsqueda de temas relacionados muy estrictamente con el medio provinciano. La sangre devota (1916), su primer libro, reflejó en toda su pureza semejante posición en que la ingenuidad ocupada un sitio visible; pero poco después, Zozobra (1919) reveló un ímpetu lírico que, sin negar los precedentes afanes aldeanos, penetraba con vigor en los conflictos de la conciencia y prestaba a su poesía otra intención distinta a la inicial. Finalmente, un libro póstumo, El son del corazón (1932), complementó el sentido de su oficio y reafirmó la segunda manera de su pluma.
Pero si la poesía fue desde el comienzo el motivo frecuente para valorar la personalidad literaria de López Velarde, la prosa no es, en sus instantes de esplendor, una expresión que desmerezca ante su actividad principal.