Resumen: Con un lenguaje que devuelve a nuestra literatura sus sonidos rurales, su atmósfera primitiva, sus personajes de polvo y misterio, los relatos de volver a Santa Rosa e apoyan sobre un mismo cimiento de memoria y añoranza para construir, mágicamente, un edificio novelístico que mucho tiene de testimonial, no sólo de verosímil o de verdadero.
Los recuerdos del escritor narrador, en el momento de asomarse de nuevo a su terruño, a las barrancas de la sierra chihuahuense y a sus pueblos olvidados por nuestra civilización y nuestra narrativa, estallan en un juego de pequeñas pero intensas historias, contadas con la sencillez de quien confía en la verdad del mundo evocado.
Es la mirada de un adolescente la que nos guía en la aventura, pero es la voz madura y maliciosa de quien recuerda lo vivido, la que transforma las historias en episodios literarios de pulida ejecución.
El placer de narrar impulsa al placer de leer: una ecuación perfecta para quienes seguimos creyendo en la inagotable magia de la narrativa escrita.