Resumen: Lector, éste es un libro de lectura. Inútil en él otra cosa. No es una antología universal ni un volumen de trozos escogidos. Más que yo mismo, otros lo coleccionaron para mí: los autores de textos escolares, como María Luisa Ross o Atenógenes Pérez y Soto, a quienes rindo tributo. Lo único que importa es que todas las páginas aquí reunidas me enseñaron a amar la literatura y por eso las amo y las reúno. Las leí por primera vez entre los ocho y los doce años de edad. Sólo he agregado unas cuentas que leí después, joven o adulto, y que tienen el mismo valor y la misma enseñanza: me devolvieron el candor y la ingenuidad primeras. Esto es, me siguen enseñando a ser hombre y me enriquecen con los dones de una lengua que ha desarrollado mi espíritu: pez que circula en el agua del lenguaje materno. Me desentiendo, por lo tanto, de la cronología, de los países y las épocas que señorean habitualmente los manuales de literatura. Ni siquiera los nombres egregios han sido tomados en cuenta. En este libro sólo debe oírse una melodía: la de la lengua castellana, por obra y gracia de autores originales o de traducciones anónimas y devotas.