Resumen:El coronel de García Márquez no tiene quien le escriba.
Los más de sus correligionarios en la guerra civil se han desterrado o muerto; otros han aprovechado la desaparición de aquéllos para apoderarse de sus bienes. El coronel, al cabo de quince años de esperar que le escriba el gobierno sobre la pensión prometida desde entonces, aún es un hombre digno y con esperanza. Admirable por ello, y aun grandioso en su serena obcecación, también es un personaje patético. No porque pase hambre, por haber militado en el bando derrotado, por haber perdido a su único hijo, ni siquiera por confiar en que el gobierno le escribirá algún día, lo es simplemente porque su inocencia parece tan necesaria como la de los tradicionales locos de pueblo y tan ejemplar como la de ciertos héroes griegos. Pero las Erinias que azotan a los hombres de nuestro continente con otras: corrupción, miseria asesinatos, olvido colectivo y el inalcanzable gobierno que está en el origen de todo. Por ello la prosa clásica de García Márquez es también definitivamente contemporánea la fatalidad del coronel no es única, es la de una colectividad que si no cree se conforma y si cree nadie hará caso de su fe.