Resumen: Este libro, Azul..., cierra literariamente el siglo XIX y se anticipa al XX. Los siglos literarios no se ajustan a los hitos cronológicos. Azul... destruye el párrafo enfático y declamatorio característico de la centuria decimonónica y trae a la prosa y al verso castellano una voluntad de estilo y belleza, a la que fueron ajenos los últimos románicos. En 1886, Rubén Darío dejó su país para marchar a Chile, donde pensó encontrar - como en gran medida ocurrió - mejor campo para el desarrollo de sus afanes intelectuales. En Chile permaneció el poeta el bienio 1886-1888 y repartió su estancia entre Santiago, la capital del país, y Valparaíso. En la primera, actuó de periodista de "La época" y, en la segunda, de empleado de la aduana. Pedrito Balmaceda, hijo del presidente de la República, fue gran amigo suyo en Santiago. En Valparaíso, encontró a un hermano Eduardo Poirier. Ambos fueron sus confidentes artísticos; pero Darío llegó en su amistad a las más altas jerarquías literarias chilenas. Por ejemplo, a José Victorio Lastarria y a su hijo político Eduardo de la Barra. Lastarria iba a prologar Azul..., pero su muerte lo impidió. Entonces, tocó el encargo al segundo, quien lo llevó adelante con singular talento y maestría.