Resumen: Pague ahora, viaje después, parece un consejo mucho más razonable que el conocido "Viaje ahora, pague después" que proponen las agencias. Y es que lo mejor de los viajes es planearlos y luego, recordarlos. Sin compromisos, sin letras pendientes ni apremios de ninguna clase; sin remordimientos de conciencia ni miedo a lo que está por ocurrir. El viaje en sí suele ser un engorro; respuesta al reclamo de una hábil propaganda, es sacrificio que se cumple no sin esfuerzo, gracias a las potencialidades del amor propio y al afán de imitación o competencia del llamado homo sapiens. (Conducta de grupo).
Mi relato tiende a fortalecer esta tesis. En la trama desarrollada, los protagonistas son ficticios; pero su parecido con seres muertos o vivos del mundo real, es obvio e inevitable. Y no pretende ocultarlo. ¿Para qué? ¿Quién se atrevería a reclamar como suyos y en exclusiva unos cuantos rasgos? Nadie es nadie de manera absoluta; todos somos un poco éste y un poco aquél. La apariencia humana como cualidad es de dominio público y no hay código que prohíba la reproducción anónima del aspecto o la conducta de los hombres. A esa libertad me atuve. Y al juicio del tiempo, soberano inapelable que pone de manifiesto la intención de los actos.
Agradezco, eso sí, la colaboración de quienes sin proponérselo me prestaron sus caracteres físicos y morales para integrar a mis personajes. A ellos, de mil amores, dedico esta sátira que no conlleva dolo.