Resumen: En Yucatán bien lo sabemos: de no pocas promesas oficiosamente anunciadas - en la boca ajena - está empedrado el páramo de las frustraciones y los incumplimientos.
Rubén Reyes Ramírez, para fortuna suya y de nuestras letras, no ha venido a ser una de esas ilusorias promesas ni ha ofrecido blanco a cartuchos de salva, despistantes, en los tiroteos de cortesanías parapetadas, por si acaso, en pronósticos que jamás exceden las precautorias rutinas del lugar común. Tampoco se ha prestado - muchísimo menos - a usarse o ser usado cual mercadería en cambalaches encubridores de sutiles o gruesas transacciones fayuqueras, que también las hay en los tianguis literarios.
Rubén Reyes Ramírez, desde sus poemas iniciales, fue lo que es hoy y habrá de seguir siendo sin posible escapatoria: un poeta auténtico. Eso que sólo unos nacen para ser por más que otros, diestros en el arte de agenciarse pasaportes y padrinazgos, lo parezcan sin serlo. Y pasen como tales.
Rubén Reyes Ramírez era entonces, claro, un poeta principiante. Un claro poeta principiante, pero comunicaba seguridades de permanencia y crecimiento. Ahora, la no escasa porción publicada de su obra, y este libro presente, robustecen su original valía y lo describen como un poeta de fértiles labranzas y en aires de continuo ascenso, ya ubicado entre los autores más representativos de la mejor poesía que se está escribiendo en nuestro medio, independientemente de su juventud personal y habida cuenta de que las edades poco o nada significan cuando alguien, con el pleno derecho de su solvencia, adviene en cualquier menester a destinos de signo relevante.