Resumen: Con la aparición en 1982 de los constructores de ruinas, su primer volumen de poemas, Antonio Santisteban (ciudad de México, 1947) se presentó de súbito como uno de los talentos más originales de su generación. Los avatares de una existencia itinerante lo alejaron después de las casas editoras. Tuvieron que pasar más de quince años para que este poeta paciente y desdeñoso de las modas literarias se decidiera a publicar otra vez.
El libro que ahora nos entrega es la obra de un artífice experimentado que sabe manejar sus materiales con engañosa soltura. Es también, gracias a una íntima alquimia, el producto de un intelecto maduro que ha destilado el caos de la vida diaria en el atanor de la memoria.
A contracorriente de los meros ejercicios formales, la iniciación de Gustavo Gómez Lavín incurre con desparpajo en la relación de hechos y el retrato psicológico que suelen considerase como recursos exclusivos de la prosa narrativa. La intención del autor al transgredir así los géneros es devolver a la poesía su función original de cantar y contar, con la voz de la tribu, el itinerario irrepetible de cada persona.