Resumen: Es un hecho que la evaluación supone una preocupación constante en el mundo de la educación a todos los niveles, y que ha experimentado en los últimos años un notable desarrollo institucional y legislativo, junto a una abundante literatura pedagógica y frecuentes investigaciones sobre muchas de sus aplicaciones. No en vano la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990). Atribuye una singular importancia a la evaluación del sistema educativo como factor que favorece la calidad y mejora de la enseñanza (Preámbulo y Artículo 61. 1.).
El desarrollo legislativo del actual sistema educativo ha procurado reflejar normativamente lo que vienen sustentado los avances teóricos de la pedagogía y de la psicología educativa, en relación de 1970 ya introdujo notables planteamientos innovadores sobre la evaluación educativa. Pero el desarrollo operativo de la misma nos e tradujo en cambios sustanciales en el pensamiento, la actitud y la práctica evaluadora del profesorado.
Para muchos, el examen pasó a llamarse evaluación, pero poco más. En la LOGSE DE 1990 y en los Decretos de 1992, que desarrollan la aplicación de la evaluación en las distintas etapas educativas, se explicita un gran avance sobre los planteamientos de la Ley anterior. La evaluación será continua y global para la educación Primaria, y continua e integradora para la Educación Secundaria.
El nuevo enfoque de la evaluación va más allá de la incorporación de métodos cualitativos que complementen a desplacen a los cuantitativos, considerados tradicionales o inadecuados; o de la fundamentación en nuevas corrientes o teorías del aprendizaje. La evaluación educativa que se propone en el actual sistema educativo se sitúa en el centro neurálgico del proceso de enseñanza aprendizaje, y su dinámica influencia afecta a todos los elementos que integran y envuelven dicho proceso. La intencionalidad de esta evaluación se centra en proporcionar información para orientar, regular y mejorar cualquier proceso educativo. Pretende un seguimiento formativo que implica una labor pedagógica de ayuda en las posibles dificultades, antes que el control y la calificación de los resultados. Ello supone un cambio radical en los métodos tradicionales de enseñanza.

Bibliografía: p. 393-403