Resumen: Entre los principales temas pictóricos hay uno que suele despertar una especial atención entre aficionados profesionales. El retrato ha sido, a lo largo de la historia de la pintura, el género rey por excelencia. El arte del retrato adquirió un lugar de prestigio en todas las cortes y palacios desde la Edad Media hasta nuestros días. En principio, sólo eran retratados los miembros de la realeza, la nobleza y altos cargos eclesiásticos; pero a partir del gótico, los nuevos ricos que formaban la burguesía se aficionaron a los gustos propios de las altas jerarquías. El pintor de retratos encontró un nuevo mercado que le permitiera vivir holgadamente, hasta tal punto que artistas como Rubens (ya en el barroco), amasaron fortunas y sus retratos alcanzaron cotizaciones que sólo los muy ricos se podían permitir. Por razones económicas, el retratista siempre estuvo de lado del gusto de la burguesía, aunque existen antecedentes de grandes retratistas que pintaron estratos humildes de la sociedad, como Velásquez Goya o Rembrandt. Coutbet en el realismo, en contra del academicismo establecido, pintó personajes humildes: Millet retrató campesinos en plena faena; pero fue el grupo de los impresionistas quien dio un verdadero vuelco a toda la tradición retratista, pues no sólo introdujo nuevas ideas estéticas y técnicas, sino que logró que el tema del retrato se hiciera absolutamente popular.